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De su relación asegura que “al principio era muy intensa porque los dos éramos muy pasionales, nos lo pasábamos muy bien y nos queríamos mucho”. Con el tiempo todo fue cambiando y las cosas empezaron a ir de mal en peor. “Fue transformándose, pero me mantenía enganchada y absorbida, quizá por el recuerdo de aquellos primeros años”. Pese a todo, reconoce que no era consciente de que estaba siendo víctima de malos tratos psicológicos.
En su caso, los dos eran mayores y tenían niños de parejas anteriores, por lo que enseguida decidieron comprarse una casa juntos. “Tenía sus cosillas, pero como siempre que empiezas a conocer a alguien”. El problema llegó cuando comenzaron todas las discusiones y las agresiones verbales y físicas. “No eres consciente de nada. Un día, de pronto, te ves con un cuchillo en la mano porque él ha cogido otro… Yo estaba en una burbuja incapaz de reaccionar”. Un día, su cuerpo y su mente dijeron basta.